jueves, 18 de julio de 2013

La oscuridad del USS Enterprise

El espacio: la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar.
Así es como empezaba cada episodio de la serie que inició una de las franquicias audiovisuales más exitosas que existen: Star Trek. Desde el año 1966, el mundo conoce al USS Enterprise. Nuestros padres en su juventud estuvieron enganchados a las aventuras de Kirk, Spock y compañía. Ahora gracias a J.J. Abrams, los hijos y nietos de aquellos que disfrutaron de la serie se han adentrado a este futuristico universo aún por conocer.

En 2009 fue cuando esta franquicia renació de la mano del creador de Lost. En una mezcla entre precuela y reboot, la onceava película, titulada simplemente Star Trek, proponía una historia de orígenes con una realidad alternativa. Este renacer se construye a partir de la llegada desde el futuro de Nero, un romulano consumido por la venganza contra Spock por no conseguir salvar el planeta Rómulo. Este villano altera la linea temporal original, de manera que todo lo que ha pasado anteriormente queda anulado (excepto por la presencia del Spock original). Un muy buen film que acercó el mundo Trekkie a muchos que, por edad o por pereza, no se habían subido aún al Enterprise (yo soy un ejemplo de lo primero).


Ahora por fin nos ha llegado la segunda parte del Star Trek planteado por Abrams (aunque con dos meses de retraso respecto USA). La verdad es que le tenía muchas ganas a este film antes de que se estrenara. Es más, creo que era una entrega que esperaba desde que salí de la sala de cine tras ver el film del 2009. Cuando se estrenó el pasado mes de mayo, las críticas positivas que llegaban del otro lado del charco reflejaban una buena película pero inferior que la anterior entrega. Aún así, mantenía un 87% de críticas positivas en Rotten Tomatoes, el mejor porcentaje de todos los blockbusters de este verano, por lo que me mantenía optimista. Aunque lo peor ha llegado cuando las reacciones de mi TL eran muy positivas e incluso la ponían por encima de la primera. Con tal panorama el hype era altísimo y tengo que decir que Into Darkness ha superado todas las expectativas que tenía.

Star Trek Into Darkness, como su propio nombre indica, es una entrega más oscura que la anterior. Si el primer film representó la llegada de James T. Kirk a los mandos de la nave estelar más nueva de la Federación, en STID somos testigos de su confirmación como el gran capítán de la nave en situaciones límite. La onceava película sirvió para presentar a la tripulación, por lo que esta secuela va mucho más al grano y nos encontramos dentro de la Enterprise nada más empezar el film. Durante las dos horas de metraje se nos presentan conflictos similares a los del reboot, pero mejor ejectuados y con más rodaje: Kirk contra Spock (hacer lo moralmente correcto contra cumplir las reglas), la amistad entre ambos, la responsabilidad y las capacidades de Jim como capitán, los sentimientos del comandante vulcano y su relación con Uhura, siendo esta última la subtrama más floja aunque necesaria.


Uno de los puntos positivos de esta secuela es el protagonismo y lucimiento de cada uno de los personajes con situaciones que les ponen contra las cuerdas. Todos los que forman parte de la nave Enterprise funcionan como el mecanismo del reloj cuando la ocasión lo necesita. Los que más destacan de toda la tripulación en las partes decisivas son el capitán Kirk (lógicamente) y el Comandante Spock, gracias a la buena y correctamente contenida a la vez que intensa interpretación de Zachary Quinto. Mientras que Chekov, McCoy y Scotty le dan a la película un inesperado toque cómico muy buen llevado que hace que sueltes alguna que otra carcajada. Un mecanismo que en la película se completa con uno de los mejores villanos del mundo Trekkie. John Harrison constituye un ambiguo, imponente y espectacular villano que gana muchísimo con la brillante actuación del británico Benedict Cumberbatch. Su presencia, juntamente con los archiconocidos Klingons, constituyen el regreso de dos de los elementos más emblemáticos de la saga, gracias a la sorpresa que se nos descubre en mitad del film (un spoiler que en realidad es un secreto a voces).

Pero lo que más destaca en Into Darkness es el espectáculo. La acción vertiginosa no cansa ni marea en ningun instante y la tensión que se respira durante buena parte del film es muy elevada. Los efectos especiales son sobresalientes y justifican el coste de $190 millones, lo habitual en un blockbuster de estas características. Incluso se puede llegar a pensar que se queda corto con todo el arsenal de pirotécnia que se despliega en numerosas ocasiones durante las dos horas y poco de metraje. Sin duda un plus para el espectáculo que compone el film.


Es así como Star Trek Into Darkness constituye una aventura estelar con más acción, más tensión, más sentimiento y, sorprendente, más humor que la anterior entrega de la longeva saga. Sin duda alguna, gran film que convierte despierta en el espectador las ganas de volver a la Enterprise cuanto antes (ya sea con las películas originales o con la tercera parte). Yo ya tengo pensado ver la saga original, la cual parece ser uno de los ingredientes para disfrutar aún más (si se puede) esta secuela. De momento, creo que Star Trek Into Darkness va a ser el peliculón del verano. La recomiendo encarecidamente.

NOTA:

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